La organización de la nevera es muy importante ya que es el lugar donde almacenamos nuestros alimentos y muchas veces no se hace bien. 

Cuando realizamos la compra nos convertimos, durante un tiempo, en manipuladores de alimentos y debemos poner especial atención en todo el proceso: en el supermercado, tomándonos un tiempo prudencial en la elección de cada producto, es fundamental leer bien la etiqueta, ya que es la tarjeta de presentación del producto, durante el traslado, y por supuesto también cuando llegamos a casa.

Debemos ser especialmente cuidadosos con los refrigerados y congelados porque el tiempo que estos alimentos pueden permanecer a altas temperaturas constituye un factor crítico para su conservación, ya que puede aumentar la posibilidad de proliferación de microorganismos.

De manera que durante la compra y el traslado de los alimentos a casa, está en tus manos hacer todo lo posible para mantener la cadena de frío. Las bolsas isotérmicas te ayudarán a conservar intactas las propiedades nutricionales y organolépticas de los productos congelados, relacionadas con el sabor, el olor, el color y la textura.

Almacenamiento:

Para evitar que se rompa la cadena de frio debemos tener claro la prioridad de almacenamiento de unos alimentos sobre otros.

Alimentos congelados

La temperatura de congelación internacional fijada para la cadena de frío es de -18ºC, impidiendo así la proliferación de microorganismos.

Resulta casi inevitable que la temperatura del alimento se modifique durante el transporte, por eso, lo importante es evitar que se descongele o que se rompa la cadena de frío. De este modo, son los primeros alimentos que has de colocar al llegar a casa.

Alimentos refrigerados

Se recomienda meterlos lo más rápido posible en la nevera de la siguiente manera:

  • Quesos y embutidos en la parte superior.
  • En el centro, y en su envase original, colocaremos la leche y sus derivados como nata y yogures. Una vez abiertos, deben consumirse entre 3 y 7 días dependiendo del producto.
  • La parte baja o zona más fría queda reservada para la carne y el pescado, que deben ir siempre bien tapados para evitar olores y casos de contaminación cruzada. Se recomienda colocarlos sobre un plato o en una fuente para evitar que los jugos manchen la nevera. Sin cocinar, deben consumirse entre 1 y 2 días después de la compra.
  • En la puerta se colocarán los huevos sin lavar, las salsas, las mermeladas y la mantequilla, vigilando siempre la fecha de caducidad.
  • La fruta y la verdura se colocaran por separado en sendos cajones. Mejor sueltas, si acaso las más delicadas pueden envolverse en papel transparente o de aluminio. Aunque no es necesario lavarlas, las verduras deben estar limpias.

Alimentos no perecederos

Irán directos a la despensa, respetando un orden, ya que si dispone de zonas más cálidas que otras esto influye en el tiempo de conservación y la apariencia de algunos productos.

Así, los alimentos de primera necesidad y uso frecuente se colocarán más cerca y a la vista, ordenados por grupos.

  • Aceites en un lugar oscuro y en su propio recipiente. Leche sin abrir y harina.
  • Alimentos deshidratados y productos secos (arroz, pasta, frutos secos…) se guardarán en sitios frescos y completamente secos; si hay humedad se enmohecen.
  • Las conservas también en la despensa; si están abiertas, pasan al frigorífico.
  • El café, en un envase hermético, en lugares secos y frescos. Si hiciera calor se tiene que meter en la nevera para que no pierda sus características organolépticas.
  • El té y otras infusiones deben guardarse separados de olores que puedan estropearlos.
  • Los tubérculos se han de guardar en lugares ventilados y oscuros.

Por último, no podemos olvidarnos de las semiconservas como las anchoas en aceite, el paté y los ahumados, entre otros. A diferencia de las conservas estos productos no están esterilizados, es decir, sometidos a un tratamiento térmico que destruye los microorganismos. Por este motivo, siempre se han de conservar en frío.

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