¿Alguna vez te has sentido desbordado por las emociones que surgen en tu interior? ¿Alguna vez te has descubierto reaccionando de forma automática ante determinada emoción o circunstancia y cuando te has dado cuenta ya era demasiado tarde para frenar las consecuencias de tal reacción? ¿Te es familiar la sensación de tener tu mente llena de pensamientos, preocupaciones o recuerdos intrusivos?

art-1982098_1920

La mayoría de las personas contestan afirmativamente al menos a alguna de las preguntas arriba formuladas y si aún sigues leyendo este artículo puede que sea porque tú eres una de ellas. Lo que quizás no veas tan claramente es la relación entre tu objetivo de perder peso y dichas preguntas, pero recuerda que el objetivo final va más allá de esta pérdida de peso y tiene más que ver con cambiar tu relación con la comida y aprender a manejar las circunstancias cambiantes de la vida sin recurrir a la comida para aquello a lo que la comida no está destinada de forma natural.

Cada vez está más aceptado en todos los ámbitos que lo que verdaderamente nos afecta no son estas circunstancias externas sino la interpretación que hacemos de ellas y la forma en que las gestionamos. Por lo tanto, aunque el escenario donde transcurren nuestras vidas esté ahí fuera, el lugar donde podemos resolver muchos de estos asuntos se encuentra dentro de nosotros, en el espacio donde surgen nuestros pensamientos y emociones. ¿Cómo podemos hacerlo?

communication-1991851_1920-1

En uno de los espacios de nuestra sede en Madrid hay un tablón con frases que condensan el espíritu del método. Una de ellas recoge perfectamente el mensaje que quiere transmitir este artículo:

“Tu peor enemigo no te puede dañar tanto como tus propios pensamientos.

Nadie puede ayudarte tanto como tu mente disciplinada.”

¿A qué disciplina se está refiriendo esta frase? De una manera sencilla se podría decir que se trata simplemente de poner orden en esta mente nuestra que, sin entrenar, padece de aquello a lo que hacíamos referencia en las preguntas que iniciaban el artículo: pensamientos y emociones de las que no somos dueños que aparecen de forma incansable, autónoma y descontrolada reduciendo nuestra paz mental y nuestro equilibrio emocional. Cuando no hemos aprendido a manejar la incomodidad y angustia que surgen de este ajetreo pisco-emocional, acabamos cediendo ante la llamada del hambre emocional y utilizamos la comida para aliviar el malestar que sentimos.

questions-1922477_1920-1

Mindfulness nos ofrece una serie de ejercicios muy sencillos pero muy poderosos con una finalidad muy clara tanto a nivel del pensamiento como a nivel emocional:

  • A nivel del pensamiento se trata de conseguir ser dueños de nuestra propia mente, dueños del contenido de la misma, dándonos cuenta de los pensamientos que surgen en ella, discriminando los verdaderamente importantes, útiles y pertinentes de los que no lo son, aprendiendo mediante la práctica a soltar, sin más, estos últimos. El objetivo no es dejar de pensar, ni mucho menos, sino más bien todo lo contrario: reducir el ruido que habitualmente llena nuestras cabezas, frenar la tendencia a preocuparnos o a rumiar el pasado, para tener una mente suficientemente clara como para poder efectivamente hacer un uso adecuado de esa valiosa actividad humana que es el pensar.
  • A nivel emocional se trata de aumentar nuestra capacidad de aceptar y observar las emociones que surgen en nuestro interior sin temerlas, sin negarlas, sin magnificarlas, sin juzgarlas a ellas y sin juzgarnos por tenerlas, y verlas tal y como son, como una fuente de información y de motivación. Haciendo esto aprendemos a no asustarnos por lo que sentimos y aprendemos a no reaccionar de forma automática ante ello. Descubrimos los patrones que tenemos automatizados y aprendemos a soltarlos. Al igual que pasaba con el pensamiento, esto no implica dejar de sentir, sino todo lo contrario. Aprendemos a identificar y a sentir con más claridad lo que sentimos y hacemos un uso más adecuado de estas emociones.

¿Cómo son estos ejercicios? ¿Cuál es este entrenamiento?

Hay diferentes tipos de ejercicios, algunos para realizar sentados sin movernos y otros para realizar caminando, siempre cuidando mucho la postura corporal en la que los hacemos, pero todos tienen en común que durante el tiempo de duración del mismo mantenemos la mente concentrada en la tarea que estemos realizando. Mientras estamos concentrados nuestra mente se va aquietando, se va centrando. En este proceso la postura corporal es fundamental, especialmente en aquellos en los que permanecemos inmóviles durante los minutos que dura el ejercicio, pues así favorecemos el proceso en el que la agitación mental y emocional se va reduciendo.

woman-1927662_1920-1

Mientras realizamos los ejercicios nuestra mente sigue activa a un nivel más profundo, y sigue fabricando pensamientos, algunos días más y otros menos, pero manteniendo claro nuestro objetivo de concentrarnos ocurre algo casi mágico: empezamos a ver cómo surgen los pensamientos, nos damos cuenta de ellos, y aprendemos a no alimentarlos. Cada vez que detectamos un pensamiento, lo soltamos y volvemos a nuestra concentración, a la respiración, a la tarea que estemos desempeñando. Cuando nos despistamos, regresamos; cuando nos vamos, volvemos. Este es nuestro lema y esto es lo que podemos trasladar a cualquier otra situación de la vida. Aprendemos a detectar cuando nos estamos descentrando y aprendemos a volver a nuestro centro cuando esto sucede.

Condensando la esencia de los ejercicios podríamos decir que aprendemos a decir que no a nuestros pensamientos, que aprendemos a tomar cierta distancia frente a ellos, lo cuál nos permite liberarnos de ellos en el sentido de que ahora somos nosotros los que decidimos qué pensamientos admitimos en qué momento y cuáles directamente vamos a desechar porque no son ciertos ni beneficiosos. Poco a poco va surgiendo en nosotros un espacio de conciencia, que a veces denominamos Yo observador, en el que todo se ve con más claridad y todo esto sucede mientras nosotros practicamos la quietud, mientras permanecemos inmóviles, no para no sentir sino para aprender a no reaccionar de forma automática y, curiosamente, al no reaccionar descubrimos cuales son nuestras reacciones, pues las vemos con más claridad.

woman-954793_1920

Podríamos hablar mucho sobre los efectos de esta práctica, pero puede parecer raro si no se ha experimentado en primera persona; cuando es uno quien lo hace, aunque haya momentos donde pueda parecer difícil, donde nos cueste cierto esfuerzo volver a la concentración, se produce un cambio. Nosotros lo experimentamos en cada una de las sesiones de práctica que hacemos. Después de los ejercicios nos miramos a los ojos, nos sonreímos y casi no nos hace falta hablar. El tono de la sesión cambia y compartimos desde otro punto de mucha mayor serenidad.

Y cuando la sesión termina, cuando salimos a nuestras vidas, quizás estas vidas sigan siendo las mismas, pero nosotros estamos en otra disposición para vivirlas y eso, sin duda, puede marcar la diferencia.

Autor: Víctor Gómez (Monitor Mindfulness en Método Thinking)